jueves, 25 de agosto de 2011

Literatura y ciudad (3)

Las Islas.
Carlos Gamerro.


(...) Como una ciudad de cuento oriental , una nueva Buenos Aires, torneada y minuciosa como esas esculturas chinas en un colmillo de elefante, se erigía en un halo de luz en la otra punta de la enorme habitación. En la maqueta, las construcciones de la nueva ciudad irradiaban desde las torres de Tamerlán hacia los cuatro puntos cardinales una capa de jardines pulcros como canchas de golf, de las cuales emergían aquí y allá, como corteses obstáculos del juego, los diversos grupos de edificios: hacia los restos de la vieja city la nueva zona financiera y empresaria, de construcciones diáfanas y etéreas cobijando cascadas, estanquecitos y arboledas tropicales bajo las cúpulas de vidrio, continuándose hacia el norte en centros de convenciones, exclusivas barracas artificiales sobre el río para las embajadas y finalmente barrios privados de calles sinuosas con barreras y casetas de vigilancia (hasta podían distinguirse adentro, para la tranquilidad subliminal de potenciales compradores, los fieros doberman y los guardias con escopeta). El sur contenía lo que podría llamarse el área pública: cuatro shoppings de jardines colgantes concectados entre sí por rampas áereas, desafiando a las familias a agotarlos  en un solo fin de semana; cines, museos, anfiteatros y paseos públicos, un mundo marino y un parque de diversiones para reemplazar al recientemente desaparecido Italpark. La marina, por último, ocupando el espacio entre la cadena de diques y la costa, incluía una cancha de polo y una de golf, muelles erizados de veleros blancos a los que se accedía directamente desde las oficinas , lagos artificiales y playas de arenas blancas. No había que mirar demasiado para darse cuenta adónde iría a parar la reserva ecológica, sus pantanos llenos de víboras y sapos convertidos en jardines principescos por el beso del señor de la comarca. Cuyo reflejó me encontré, hierático como un emperador bizantino, en el mosaico de espejos de las dos torres, que refulgían clavadas en el centro de la maqueta como los estandartes de un conquistador recién arribado a estas costas a fundar otra vez la ciudad.
- Usted no tiene idea de lo que está sucediendo-aseguró, alzando los brazos para parecer más alto-. Las topadoras lo están preparando. La tercera fundación de Buenos Aires. La Ciudad del Tercer Milenio(...)

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